Travesuras de una bibliotecaria
Fecha: 10/08/2019,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos
Mi trabajo es monótono, bueno, supongo que como el de todos, soy bibliotecaria, así que procuro amenizarlo en la medida de mis posibilidades, y ¡qué mejor manera que combinarlo con algo de sexo! Aunque mis compañeros me critiquen, yo lo paso genial. En fin, siempre, desde muy pronta edad, me he caracterizado por hacer cualquier tipo de travesuras... Una semana antes, sin ir muy lejos en el tiempo que me separa de mi situación actual, me ocurrió que un usuario se retrasó un par de días en la devolución de una novela; pedí permiso a mi coordinador para ir al domicilio del usuario a reclamarlo, y me lo concedió, total quedaba cerca de la biblioteca, no tardaría más de media hora en volver. Así que fui a la dirección que se detallaba en la ficha, toqué el telefonillo, me identifiqué y, después de tocar el timbre, me franquearon el paso. El usuario era un muchacho joven, veinteañero, y poco espabilado, tuve que esmerarme: "Hola, vengo a por la novela que debiste devolver hace dos años días", dije; "Ah, sí", dijo; "Bueno, dos días de retraso, mmm, me comes las dos tetas", dije apoyando mi dedo índice en mi mejilla, doblando el cuello, y bizqueando; "¡Cómo!", exclamó el muchacho desconcertado. Debo decir que soy una mujer cuarentona, más bien gordita, aunque sin morbidez; mis tetas son orondas y firmes, mis pezones casi puntiagudos, mis aureolas morenas como café; en fin, mi castigo sería más un deleite para cualquier hombre, y de esta manera lo tomó el joven. Nos encaminamos ...
juntos a su dormitorio, me desabroché la camisa, después el sujetador y me tumbé en su cama a esperar sólo vestida con un pantalón vaquero y unas cómodas manoletinas. El veinteañero se sacó la camiseta por la cabeza y se acostó a mi lado; luego alzó su torso apoyando un codo en el colchón y comenzó a comerme los pechos. Primero me los babeó por todos sitios, sin dejar un resquicio, incluso por los pliegues bajo los senos, después empezó a mordisquear suavemente con los incisivos, el canalillo, los montes, las mamas, más tarde también mamó leche de mis pezones, excitado, respirando fuertemente. "Bah, no puedo ser tan perversa, le haré al menos una paja", pensé; e inmediatamente me incorporé, le bajé el pantalón del pijama, hice que se acostara y le masajeé la polla de arriba a abajo con la mano hasta que su semen salió disparado hacia el aire de la habitación y cayó en grandes goterones sobre el dorso de mi mano. "Bien", dije en cuanto terminó de gotear la leche, "la próxima vez que te retrases será peor, no lo olvides", sonreí, "ahora, me llevaré la novela, espero que la hayas terminado, nos vemos pronto", y salí del dormitorio y de la casa con prontitud, hasta la biblioteca. Y…, haciendo algo de memoria, recuerdo que hace unos meses apareció por mi mesa un hombre bien vestido y afeitado, también muy perfumado, que venía a pedirme una reserva de libro. Le atendí casi sin mirarle, sólo pendiente de la pantalla del ordenador; le pedí la tarjeta; vi en el archivo que había tomado ...